Relatos Travestis Alicante: Mel Gaucha en Vinaros
Autor: badmotor2008
Desde siempre, quedar con una escort que haya rodado porno me pone muchísimo. Al verla tantas veces en acción, pajeándote muchas de ellas, es como si ya la conocieras. A finales del mes de agosto estuve pasando unos días cerca Valencia. Mirando la cartelera trans de esa ciudad esos días había buenas opciones.
Pues bien, Cuando estaba decidido por una con la que hablé por teléfono. Me topé con una sorpresa que hizo cambiar mis planes. Mel Gaucha estaba en Vinaroz, un pueblo turístico al norte de Castellón. Chica trans que siempre me ha puesto palote: escultural cuerpo, cara de vicio y grueso pollón. No hay experiencias suyas en foros de aquí, pero recuerdo haber leído cosas buenas en algún foro de Brasil.
Llamo, hablamos y me gusta lo que escucho. Su voz, de lo más sensual. “Llámame cuando te venga bien y combinamos”. Me dice al final de la conversación.
Tras colgar, me lo pienso un rato y llamo de nuevo. Le digo que necesito una hora para plantarme allí. Me da la dirección y salgo con el coche. Llego a su portal el último domingo de agosto, al final de la tarde.
Me recibe con dos besos. Pasillo y me conduce hasta el dormitorio a través del pasillo. Ella delante, marcando el camino. Yo detrás, admirando su culo. Va ligera de ropa. Conjunto de lencería y zapatos. No hay lentillas de color en sus ojos, cosa que prefiero. Los ojos negros de las chicas brasileñas son preciosos.
Hablamos unos instantes y la cosa va bien. Me siento cómodo y su trato hace que olvide que es mi primera vez con ella. Habla un castellano perfecto. Pido permiso para darme una ducha. Antes de hacerlo, le digo que estaremos una hora juntos.
A mi regreso al cuarto, la encuentro totalmente desnuda, tumbada boca abajo en el centro de la cama. Sobre su culo, las letras de su nombre tatuadas. Acerco mi cuerpo y ella se queda medio tumbada. Admiro su atlético cuerpazo de arriba a abajo.
Las marcas del bikini en tetas y culo en plan “boneca brasileira” me ponen super cachondo. Veo que esconde su sorpresa entre sus piernas, que permanecen bien juntas. He de reconocerlo, me da más morbo que sea así. Mel huele de maravilla. Acaricio sus senos y compruebo lo extremadamente suave que es su piel. Me gusta lo que veo y se lo digo. Junto mis labios con los suyos y espero su reacción.
Ella me sigue. Me encanta verlos pero me es mucho mejor sentirlos. Nos besamos. Meto lengua y también me sigue. Nos morreamos. Ella mete mano en mi paquete y comprueba que estoy palote. “Ves cómo me has puesto”... digo yo. Mi lengua se dirige ahora a sus pezones. Su color oscuro en fuerte contraste con el blanco de sus marcas del bikini.
Buena aureola. Los pezones en punta, pidiendo ser chupados. Según lo hago, meto mano a sus espectaculares tetas. Duritas y bien puestas. Vuelvo a su boca. Beso con pasión. Ella coge mi mano y la coloca sobre su sorpresa. Al tacto, impresionante en cuanto a grosor. Solo toco. Aún no la he mirado.
Siento su dureza entre mis dedos. Nos morreamos y masturbo con suavidad, comprobando que está tan cachonda como yo. Me quito los calzoncillos, junto ambas pollas y masturbo simultáneamente. Me encanta hacer esto. Al compararlas, la suya gana en longitud y arrasa en grosor. Confirmo lo que había visto en fotos y vídeos. Polla cabezona, ligeramente curvada hacia arriba en erección, coge su máximo diámetro justo después del capullo.
Nos masturbamos el uno al otro y vuelvo a devorar sus tetas. Después, paso a su boca. “Chúpame”... dice ella entre gemidos.
Aunque lo deseaba, el juego de preliminares era tan sensual que lo dejaba para más adelante. Tras escuchar sus palabras, acerco mi boca a su polla. La tiene durísima. Saco mi lengua y doy unos primeros lametones. Introduzco la punta en mi boca.
Poco a poco, mis labios recorren su tronco hasta hacerlo desaparecer. Me la trago entera. Siento su enorme grosor llenando mi boca. Y siento su punta golpeando el fondo de mi garganta. Sube la intensidad de sus gemidos y eso hace que quiera aguantarla más rato en la posición “toda dentro”.
Cuando la saco de mi boca, golpeo contra mi lengua una y otra vez. Vuelvo a engullir. Masturbo y siento su poder en mis manos. Mel decide cambiar de posición, recostándose en el cabecero de la cama.
Busca más comodidad para que yo siga chupando. Más garganta profunda y pajeo. Cuando llevo un rato así, me pide un cambio de posición para iniciar un 69. Sigo degustando su pollón. Ella atrapa mi polla entre sus carnosos labios y me devuelve la comida de polla. Intento centrarme en mi labor de chupador para no correrme antes de hora, aunque es complicado. Demasiado placer.
Sus labios en acción me llevan directos al orgasmo. Intento retenerlo pero no puedo. De repente, empieza a brotar semen de mi polla. No es mucho, pero sale. He olvidado la paja antes de salir de casa, pienso para mí.
Me quedo algo jodido porque sé que hay trans que dan por concluido el servicio cuando pasa esto.
La reacción de Mel me tranquiliza. “Relájate”... escucho con su sensual voz. Me acerca papel para que me limpie. Hablamos un rato, recostados con nuestras espaldas sobre el acolchado cabecero de la cama. Acaricia mi cuerpo mientras charlamos.
Tras unos minutos así, es ella quien toma la iniciativa. Vuelve a besarme. Obviamente, la cosa acaba en morreo. Bajo mi cabeza y busco su polla. En cuanto la introduzco en mi boca, comienza a crecer. Me encanta sentir como coge volumen hasta llenar de nuevo mi boca. Más garganta profunda y más gemidos. “Me encanta como me la comes”... escucho.
Mel agarra mi cabeza con sus manos y sacude repetidas veces. La dureza que adquiere su pollón es brutal. La saco y la golpeo contra mi lengua. Voy a por sus huevos, perfectamente depilados. Me como el izquierdo y juego con él como si de un caramelo se tratara. Mientras tanto, masturbo. Hago lo mismo con el derecho. “¿Quieres que te la meta?”... escucho entonces. “Lo deseo”... respondo yo.
Dicho y hecho. Se calza un condón rojo. Lubrica su polla y mi culo. No en exceso, la verdad. Me quedo tumbado boca arriba para que me penetre de frente. Quiero sentir como desgarra mi culo, pero quiero ver la cara que pone al hace rlo. Y quiero admirar el vaivén de su cuerpazo al bombear.
Levanta bien mis piernas, las empuja hacia atrás y junta su cuerpo al mío. Coloca la punta de su polla en mi culo y empuja. Según lo hace, inclina su cuerpo sobre el mío. Entra suavemente”... suplico consciente del calibre que se gasta. Ella hace caso y empuja poco a poco. En cuanto me mete la punta, noto una enorme presión en mi culo. Y algo de dolor.
Estamos allí donde su diámetro es mayor. Una vez superado este momento, todo irá mejor, pienso yo.
Por momentos, no puedo evitar gritar. Entonces, ella deja de empujar. Mantiene la posición unos segundos y vuelve a presionar. Con paciencia y gran habilidad, consigue abrirme el culo. Ya siento sus pelotas chocando con mi piel. Se queda quieta durante unos instantes. Noto el dilatar de mi esfínter. Empieza a follarme. Movimientos suaves, como si de un baile sensual se tratara.
Cambia el ritmo y sacude con fuerza varias veces para tantearme. Aguanto bien sus embestidas. Otra vez, bamboleo suave. Me besa mientras sigue dándome.
Me encanta el contraste de la dulzura de sus labios con la potencia de su polla. Mi polla sigue recogida. Los grandes calibres me ponen aunque también intimidan. Disfruto pero no consigo empalmar. Ella lo intenta, masturbándome mientras me folla. Inesperadamente, tengo su rabazo dentro y no siento dolor.
Es el momento de pedir más caña. “Dame más. Dame más”... digo. Y ella sube de marcha. Más potencia en sus embestidas. Aguanto y disfruto. Sus tetas se mueven según sacude. Levanta mis piernas todavía más y embiste con sacudidas rápidas y seguidas. Cambia al ritmo suave y vuelve a darme caña. Con su alternancia de ritmos, consigue un puntito de dolor y muchísimo placer. Me encanta.
La saca y se tumba boca arriba. Su herramienta bien tiesa impresiona. Ven, siéntate en mi polla”... me dice. Me coloco mirando hacia ella y empiezo a bajar. Sin problemas ya porque mi ojete está bien dilatado. Me dejo caer y siento su barra dentro de mí. Subo y bajo una y otra vez. Ella me masturba. Me voy excitando y mi polla va creciendo. Sacude con fuerza con su mano mientras sigo haciendo flexiones.
Subo el ritmo y empiezo a jadear. “Me corro”... digo en ese momento. Con el movimiento, mi leche sale en todas direcciones, manchando principalmente su pecho y sus tetas. Quedo exhausto unos segundos. Sentado, sintiendo su pollón, todavía duro, en mi interior.
Subo, me desacoplo y quedo tumbado a su lado. Nos limpiamos con papel de cocina y descansamos unos instantes.
Ducha final, tras esperar unos minutos porque el baño estaba ocupado por su compañera de piso. Puesto que charlamos ese rato de cosas diversas. Me parece una chica amable. Tiene las ideas claras.
Me comenta que suele estar en Barcelona, aunque viaja mucho a Lisboa y Holanda. La verdad, no entiendo como no he leído experiencias suyas en España.
Finalmente abandono su piso con el culete “tocado”. Durante unos días me acordaré de Mel y de su sorpresa. Pero marcho contento y reconciliado con los grandes calibres.
Desde siempre, quedar con una escort que haya rodado porno me pone muchísimo. Al verla tantas veces en acción, pajeándote muchas de ellas, es como si ya la conocieras. A finales del mes de agosto estuve pasando unos días cerca Valencia. Mirando la cartelera trans de esa ciudad esos días había buenas opciones.
Pues bien, Cuando estaba decidido por una con la que hablé por teléfono. Me topé con una sorpresa que hizo cambiar mis planes. Mel Gaucha estaba en Vinaroz, un pueblo turístico al norte de Castellón. Chica trans que siempre me ha puesto palote: escultural cuerpo, cara de vicio y grueso pollón. No hay experiencias suyas en foros de aquí, pero recuerdo haber leído cosas buenas en algún foro de Brasil.
Llamo, hablamos y me gusta lo que escucho. Su voz, de lo más sensual. “Llámame cuando te venga bien y combinamos”. Me dice al final de la conversación.
Tras colgar, me lo pienso un rato y llamo de nuevo. Le digo que necesito una hora para plantarme allí. Me da la dirección y salgo con el coche. Llego a su portal el último domingo de agosto, al final de la tarde.
Me recibe con dos besos. Pasillo y me conduce hasta el dormitorio a través del pasillo. Ella delante, marcando el camino. Yo detrás, admirando su culo. Va ligera de ropa. Conjunto de lencería y zapatos. No hay lentillas de color en sus ojos, cosa que prefiero. Los ojos negros de las chicas brasileñas son preciosos.
Hablamos unos instantes y la cosa va bien. Me siento cómodo y su trato hace que olvide que es mi primera vez con ella. Habla un castellano perfecto. Pido permiso para darme una ducha. Antes de hacerlo, le digo que estaremos una hora juntos.
A mi regreso al cuarto, la encuentro totalmente desnuda, tumbada boca abajo en el centro de la cama. Sobre su culo, las letras de su nombre tatuadas. Acerco mi cuerpo y ella se queda medio tumbada. Admiro su atlético cuerpazo de arriba a abajo.
Las marcas del bikini en tetas y culo en plan “boneca brasileira” me ponen super cachondo. Veo que esconde su sorpresa entre sus piernas, que permanecen bien juntas. He de reconocerlo, me da más morbo que sea así. Mel huele de maravilla. Acaricio sus senos y compruebo lo extremadamente suave que es su piel. Me gusta lo que veo y se lo digo. Junto mis labios con los suyos y espero su reacción.
Ella me sigue. Me encanta verlos pero me es mucho mejor sentirlos. Nos besamos. Meto lengua y también me sigue. Nos morreamos. Ella mete mano en mi paquete y comprueba que estoy palote. “Ves cómo me has puesto”... digo yo. Mi lengua se dirige ahora a sus pezones. Su color oscuro en fuerte contraste con el blanco de sus marcas del bikini.
Buena aureola. Los pezones en punta, pidiendo ser chupados. Según lo hago, meto mano a sus espectaculares tetas. Duritas y bien puestas. Vuelvo a su boca. Beso con pasión. Ella coge mi mano y la coloca sobre su sorpresa. Al tacto, impresionante en cuanto a grosor. Solo toco. Aún no la he mirado.
Siento su dureza entre mis dedos. Nos morreamos y masturbo con suavidad, comprobando que está tan cachonda como yo. Me quito los calzoncillos, junto ambas pollas y masturbo simultáneamente. Me encanta hacer esto. Al compararlas, la suya gana en longitud y arrasa en grosor. Confirmo lo que había visto en fotos y vídeos. Polla cabezona, ligeramente curvada hacia arriba en erección, coge su máximo diámetro justo después del capullo.
Nos masturbamos el uno al otro y vuelvo a devorar sus tetas. Después, paso a su boca. “Chúpame”... dice ella entre gemidos.
Aunque lo deseaba, el juego de preliminares era tan sensual que lo dejaba para más adelante. Tras escuchar sus palabras, acerco mi boca a su polla. La tiene durísima. Saco mi lengua y doy unos primeros lametones. Introduzco la punta en mi boca.
Poco a poco, mis labios recorren su tronco hasta hacerlo desaparecer. Me la trago entera. Siento su enorme grosor llenando mi boca. Y siento su punta golpeando el fondo de mi garganta. Sube la intensidad de sus gemidos y eso hace que quiera aguantarla más rato en la posición “toda dentro”.
Cuando la saco de mi boca, golpeo contra mi lengua una y otra vez. Vuelvo a engullir. Masturbo y siento su poder en mis manos. Mel decide cambiar de posición, recostándose en el cabecero de la cama.
Busca más comodidad para que yo siga chupando. Más garganta profunda y pajeo. Cuando llevo un rato así, me pide un cambio de posición para iniciar un 69. Sigo degustando su pollón. Ella atrapa mi polla entre sus carnosos labios y me devuelve la comida de polla. Intento centrarme en mi labor de chupador para no correrme antes de hora, aunque es complicado. Demasiado placer.
Sus labios en acción me llevan directos al orgasmo. Intento retenerlo pero no puedo. De repente, empieza a brotar semen de mi polla. No es mucho, pero sale. He olvidado la paja antes de salir de casa, pienso para mí.
Me quedo algo jodido porque sé que hay trans que dan por concluido el servicio cuando pasa esto.
La reacción de Mel me tranquiliza. “Relájate”... escucho con su sensual voz. Me acerca papel para que me limpie. Hablamos un rato, recostados con nuestras espaldas sobre el acolchado cabecero de la cama. Acaricia mi cuerpo mientras charlamos.
Tras unos minutos así, es ella quien toma la iniciativa. Vuelve a besarme. Obviamente, la cosa acaba en morreo. Bajo mi cabeza y busco su polla. En cuanto la introduzco en mi boca, comienza a crecer. Me encanta sentir como coge volumen hasta llenar de nuevo mi boca. Más garganta profunda y más gemidos. “Me encanta como me la comes”... escucho.
Mel agarra mi cabeza con sus manos y sacude repetidas veces. La dureza que adquiere su pollón es brutal. La saco y la golpeo contra mi lengua. Voy a por sus huevos, perfectamente depilados. Me como el izquierdo y juego con él como si de un caramelo se tratara. Mientras tanto, masturbo. Hago lo mismo con el derecho. “¿Quieres que te la meta?”... escucho entonces. “Lo deseo”... respondo yo.
Dicho y hecho. Se calza un condón rojo. Lubrica su polla y mi culo. No en exceso, la verdad. Me quedo tumbado boca arriba para que me penetre de frente. Quiero sentir como desgarra mi culo, pero quiero ver la cara que pone al hace rlo. Y quiero admirar el vaivén de su cuerpazo al bombear.
Levanta bien mis piernas, las empuja hacia atrás y junta su cuerpo al mío. Coloca la punta de su polla en mi culo y empuja. Según lo hace, inclina su cuerpo sobre el mío. Entra suavemente”... suplico consciente del calibre que se gasta. Ella hace caso y empuja poco a poco. En cuanto me mete la punta, noto una enorme presión en mi culo. Y algo de dolor.
Estamos allí donde su diámetro es mayor. Una vez superado este momento, todo irá mejor, pienso yo.
Por momentos, no puedo evitar gritar. Entonces, ella deja de empujar. Mantiene la posición unos segundos y vuelve a presionar. Con paciencia y gran habilidad, consigue abrirme el culo. Ya siento sus pelotas chocando con mi piel. Se queda quieta durante unos instantes. Noto el dilatar de mi esfínter. Empieza a follarme. Movimientos suaves, como si de un baile sensual se tratara.
Cambia el ritmo y sacude con fuerza varias veces para tantearme. Aguanto bien sus embestidas. Otra vez, bamboleo suave. Me besa mientras sigue dándome.
Me encanta el contraste de la dulzura de sus labios con la potencia de su polla. Mi polla sigue recogida. Los grandes calibres me ponen aunque también intimidan. Disfruto pero no consigo empalmar. Ella lo intenta, masturbándome mientras me folla. Inesperadamente, tengo su rabazo dentro y no siento dolor.
Es el momento de pedir más caña. “Dame más. Dame más”... digo. Y ella sube de marcha. Más potencia en sus embestidas. Aguanto y disfruto. Sus tetas se mueven según sacude. Levanta mis piernas todavía más y embiste con sacudidas rápidas y seguidas. Cambia al ritmo suave y vuelve a darme caña. Con su alternancia de ritmos, consigue un puntito de dolor y muchísimo placer. Me encanta.
La saca y se tumba boca arriba. Su herramienta bien tiesa impresiona. Ven, siéntate en mi polla”... me dice. Me coloco mirando hacia ella y empiezo a bajar. Sin problemas ya porque mi ojete está bien dilatado. Me dejo caer y siento su barra dentro de mí. Subo y bajo una y otra vez. Ella me masturba. Me voy excitando y mi polla va creciendo. Sacude con fuerza con su mano mientras sigo haciendo flexiones.
Subo el ritmo y empiezo a jadear. “Me corro”... digo en ese momento. Con el movimiento, mi leche sale en todas direcciones, manchando principalmente su pecho y sus tetas. Quedo exhausto unos segundos. Sentado, sintiendo su pollón, todavía duro, en mi interior.
Subo, me desacoplo y quedo tumbado a su lado. Nos limpiamos con papel de cocina y descansamos unos instantes.
Ducha final, tras esperar unos minutos porque el baño estaba ocupado por su compañera de piso. Puesto que charlamos ese rato de cosas diversas. Me parece una chica amable. Tiene las ideas claras.
Me comenta que suele estar en Barcelona, aunque viaja mucho a Lisboa y Holanda. La verdad, no entiendo como no he leído experiencias suyas en España.
Finalmente abandono su piso con el culete “tocado”. Durante unos días me acordaré de Mel y de su sorpresa. Pero marcho contento y reconciliado con los grandes calibres.
Added on November 14, 2017 at 12:00 am