Relatos Travestis Alicante: Byanca Carvalho - Putita de Byanca Carvalho
Autor: Badmotor2008
Tercer martes de agosto al final de la mañana. El día en que quedo con ella. Al fin conoceré a Byanca Carvalho. Por su participación en el foro, es casi como si nos conociéramos. En ese sentido, acudo a la cita más tranquilo de lo habitual en primeros encuentros. Estoy excitado y un punto acojonado porque sé que se trata de una chica dominante de verdad. Repasando sus relatos estos últimos días, he leído cosas muy cañeras.
El piso se encuentra en una céntrica calle de Palma. Llamo desde el portal y me abre. Subo en ascensor. Al llegar al rellano, se abre la puerta y no veo a nadie. Lo habitual. Entro, se cierra la puerta y ahí está ella. La primera impresión me deja un tanto intimidado. Alta y con un físico imponente. Me va a destrozar, pienso para mí. Verla en persona, me produce un morbo terrible. Ataviada en negro con ese corpiño que luce en muchas de sus fotos. Tanga que deja su espectacular culo a la vista. Botas altas en negro brillante, con taconazos que realzan su figura. Pelo suelto y ese maquillaje en plan putón que vemos en sus fotos. Me encanta. Labios carnosos que pruebo con el morreo que me da nada más llegar. Con lengua y mucha pasión. Excelente recibimiento. Según juegan nuestras lenguas, coge mi mano y la lleva hasta su paquete, haciéndome sentir el palpitar de su polla a través del tanga. Seguidamente, me mete mano, comprobando que estoy bien empalmado. Sus uñas son largas, pintadas en negro, complemento perfecto en su “look” de dominatrix. “Ven, siéntate aquí”... me dice señalando al sofá que hay en el generoso vestíbulo del piso. Me ofrece bebida y va a buscarla. Veo que Byanca es rápida de movimientos. En segundos la tengo frente a mí. Me da un botellín de agua pero no tengo tiempo de abrirlo. Saca su polla por el lado del tanga y la coloca ante mi boca. “Chupa putita”... me suelta. Está tiesa del todo. Bastante grande, algo más fina en la punta y ligeramente curvada hacia arriba en erección. La introduzco en mi boca, saboreo el glande unos instantes. Me la trago entera. O eso pensaba. Porque Byanca coge mi cabeza con sus manos y me da sus primeras sacudidas. Toda una declaración de intenciones. La sensación de ahogo que provoca con cada embestida no la había sentido antes. La punta de su polla golpea contra lo que parece el final de mi garganta. “Vamos a la habitación”... me dice mientras se la guarda de nuevo en el tanga. Menos mal, porque ya tenía mis primeros problemas para respirar. Si al verla detrás de la puerta me acojoné, ahora todavía más. Me va a destrozar la garganta. He sentido cómo subía su grado de excitación al verme en apuros. Además, parece que me tiene ganas.
Entramos en el cuarto. Amplio, cama grande en el centro. Aunque es mediodía, no hay señales de luz natural en ninguna estancia del piso. La iluminación en el cuarto es agradable y suficiente para vernos. No me gustan los cuartos oscuros. Hablamos unos instantes. Su tono de voz es dulce. Byanca se muestra amable y simpática. Me pregunta si necesito ir al baño y digo que sí. Venía duchado de casa, pero siempre es mejor un repaso final antes de pasar a la acción. Toalla limpia y me conduce hasta el baño. Cuando estoy acabando de mear, entra ella. “Te quiero en la bañera”... me suelta. Me desnudo velozmente y obedezco. “Tengo una sorpresa para ti”... escucho según se acerca a mí. Viene sin tanga, con su polla escondida entre sus piernas. “De rodillas. Tócate, pero no se te ocurra correrte”... me dice poniendo su polla junto a mi cara. Empalmado, espero dos posibles sorpresas y cualquiera de ellas será bienvenida. Mantengo mi boca abierta esperando su regalo. Ella apenas se toca, solo aguanta su polla entre sus dedos. De repente -y sin mediar palabra- un intenso chorro impacta contra mi cara. Abro la boca y ella dirige el chorro justo ahí. Entra directo a mi garganta. Necesito saborear. Lo hago mientras sigo tragando su rica meada. Me encanta sentir su calor atravesando mi garganta. Byanca sonríe. Se excitada al verme tan tragón. Riega mis ojos, mi pelo y también mi pecho. Apunta de nuevo a mi boca. El chorro pierde intensidad. No puedo resistirlo y atrapo su polla entre mis labios. No quiero dejar escapar nada. Exprimo las últimas gotas excitadísimo. “Ahora ya puedes ducharte”... me dice dándose la vuelta y saliendo del baño.
A mi regreso al cuarto ya no espero conversación. Y así es. Estoy de pie y Byanca se acerca a mí con su polla fuera. Mantiene su corpiño. Vuelve a morrearme con ganas mientras se masturba. Me mete mano. Retira la toalla que llevo en la cintura para pajearme a mí también. Acerca su boca a la mía. Espero un beso pero recibo un escupitajo, que trago con placer. Me pone cachondo total. Vuelve a meter lengua pero en nada coloca sus manos en mis hombros y empuja hacia abajo. Me quiere a sus pies. “A comer polla”... ordena. “Mírate en el espejo mientras lo haces, putita”... añade a continuación. Me giro y me veo arrodillado comiendo pollón. La escena me la pone todavía más tiesa. Aunque no me deja chupar mucho. Las manos de Byanca en mi nuca lo anticipan. Sacudidas fuertes como si quisiera romperme la garganta. Su polla se pone más dura cuando me atraganta y me ahoga. Se excita viéndome sufrir. Yo intento empujar sus caderas con mis manos pero no puedo. Byanca ejerce más fuerza y gana la batalla, dejando claro quien manda. En algún momento la saca, totalmente ensalivada, y me da un ligero respiro. Escupe en mi boca y vuelve a la carga. Como ve que intento resistirme, cambia de estrategia. “Túmbate en la cama con la cabeza colgando. Ahora verás lo que es tragar”... me suelta. El momento que tanto esperaba había llegado. Aunque no pensaba que estaría tan asustado. Me siento un muñeco en sus manos. Y Byanca está cada vez más crecida. Me coloco en posición de entrega y abro bien la boca. Byanca está de pie junto a mi cabeza. Acerca su pollón y lo ensarta de golpe, llegando todavía más lejos. La sensación de ahogamiento es brutal. Me quejo -o lo intento- pero a ella le da igual. Es más, diría que disfruta. Además, solo se trata del anticipo. De momento, estaba quieta con su polla en mi garganta. De golpe y sin avisar, llegan sus potentes sacudidas. La sensación de ahogo es brutal. Me dice que debo aguantar tandas de cinco. Entre ellas, me dejará ir tomando aire. Embiste y cuenta en voz alta hasta cinco. La postura, que nunca antes había probado, te deja sin escapatoria. Además, la inclinación de tu cabeza hace que garganta y tráquea se alineen. Su polla no encuentra resistencia alguna y no hay modo de mover tu cabeza. Si a ello le añades sus potentes embestidas, el resultado es que sientes que te violan bucalmente. Solo queda aguantar y esperar a que ella decida salir. Todo lágrimas, eso sí. Aparte de las arcadas, siento un pinchazo en lo más profundo de mi garganta. Como si su polla alcanzara un tope y lo golpeara repetidamente. Una experiencia nueva, sin duda. Menos mal que no quiso alargarla demasiado.
Se tumba en la cama buscando la posición del 69. De lado. La follada de boca anterior me ha dejado el labio superior anestesiado. Lo noto como inflado. Nos chupamos las pollas mutuamente. Ahora sí, parece que puedo comer a mi aire. Pero solo un rato. De repente, atrapa mi cuello entre sus muslos ejerciendo una especie de llave con la que me inmoviliza. No me lo esperaba. Ejerce presión con sus piernas y hace que me trague su polla hasta el fondo. Otra vez en plan ahogamiento. Byanca se las sabe todas. Maneja la situación a su antojo. Al mismo tiempo, me la come y me abre el culete con sus dedos. Va preparando el terreno. Cambia de posición dando un salto y me deja a mí tumbado en la cama. Sin sacar la polla de mi boca. Ella está sobre mí, dándome la espalda. Ahora me taladrea con la espectacular visión de su culo. Vuelvo a estar sin escapatoria y sé lo que se me viene encuma. Nuevas sacudidas en series, dándome ligeros respiros. En uno de ellos, logro llevar la punta de mi lengua hasta su agujero. Empiezo a lamer y parece que le gusta. Mi beso negro apacigua a la fiera y puedo respirar con calma un ratito. Además, ella decide devolvérmelo. Riquísimo el beso negro simultáneo. Tampoco lo había probado. Si ya es placentero comer culo, hacerlo mientras te lo comen es lo máximo. Pero todo tiene su final. Byanca está cachonda y tiene ganas de encularme.
Sin pausa alguna, busca un condón y lubricante. “A cuatro patas”... escucho. Y así me coloco. Esperando no tener tantos problemas como con mi garganta. Por calibre, he podido con trastos mayores. Sacude su polla en mi culo repetidamente, excitándose al hacerlo. Lubrica sable y agujero. “Levanta el culo para que pueda follármelo bien”... escucho. Arqueo mi espalda, recibo varios cachetes en mis nalgas, y empiezo a notar su presión. Byanca está con ganas y empuja con decisión. Mi esfínter se va abriendo pero siento dolor. Me quejo. Sale y vuelve a entrar, esta vez, suavemente. Llega hasta el fondo y la cosa va mejor, aunque sigo sintiendo dolor. Noto cierta resistencia en las paredes de mi ano. “Necesito dilatación. Una vez la tenga, me podrás follar bien”... digo. Sale y me tumba boca arriba. Yo pedía un poco de calma en los primeros embistes. Sé que mi culo acaba por abrirse. Pero ella me regala algo mejor. Empieza a follarme con sus dedos, algo que me encanta. Primero uno, luego dos y después tres. Hábiles movimientos en círculos abriendo mi culito para poder darme. Con su otra mano me masturba. A ratos, también me la come. El placer es tal, que podría correrme ahí mismo. Obviamente, no lo hago. Golpea con su polla en mi agujero para ponérsela dura del todo, me da la vuelta y me la mete. Es muy suave esta vez. Así está un rato, balanceándose poco a poco, hasta que aparece su vena dominante y sacude fuerte. Me hace daño pero menos. Tras un rato dándome a cuatro, se gira un poco y me da de lado, entrando más. Lo llevo bien pero, cuando cambia el ritmo y embiste a saco, tengo que pedir calma. En el fondo me jode porque sé que Byanca desea partirme en dos. Le pone follarte a lo bestia y mi culo se resiste. Más que una cuestión de calibre, diría que es la manera de follar. Empuja con tal fuerza que notas pinchazos en lo más profundo de tu culo. Es como si llegara allí donde no han llegado antes. Entramos en una fase de tira y afloja. Ahora suave, ahora a saco. Cuando grito demasiado, ella baja el ritmo.
Nuevo cambio. Tumbado boca arriba, cojín a mi espalda, piernas abiertas y me folla mirándome. “Así veo tu cara de perra según te follo”... escucho. Golpea con su polla en mi culo repetidas veces. La tiene durísima. Justo antes de clavármela, deja caer saliva en mi culo y lo reparte con sus dedos. Va más o menos como antes. No acaba de soltarse del todo porque no la dejo. Por momentos, pierdo hasta mi empalme. Me masturbo tratando de recuperarlo. Byanca cierra mis piernas y logra entrar más. Tremendo. Las abre, deja caer su cuerpo sobre el mío, acerca su boca a la mía y escupe dentro. Sale y me da un respiro. “Te dejo comer polla un poco”... me dice recostada en la cama. Y aquí si estoy a mi aire un rato. Es decir, sin ahogamientos. Se coloca un condón. “Siéntate en mi polla”... me dice. Su arma, dura en todo momento, apunta al cielo. Entro mirando hacia ella y empiezo el sube-baja. Aunque no logro bajar del todo. Si lo hago, noto los pinchazos. No sé qué pasa hoy pero mi culo no responde como otros días. Me toca hacer flexiones. Byanca se emociona y embiste incluso sentada en la cama.
Abandonamos el ascensor y paso a una nueva mamada. A mi aire, pero solo un rato. Byanca no puede contenerse y acaba agarrando mi cabeza. Vuelvo a sufrir y ella sonríe excitada. “Mira tus lagrimitas. Me encanta”... suelta entonces. Repite la jugada varias veces. No hay duda. Hoy he aprendido lo que es una garganta profunda de verdad. “No sé si quiero follarte más o correrme así”... me dice excitada. La verdad es que prefiero lo segundo. Pienso en la fuerza con que me enculará para correrse y entro en pánico. Además, en ese caso, no habría manera de pararla. Se coloca de rodillas sobre la cama y empieza a masturbarse. Me pone tanto la escena que acabo haciendo lo mismo. Yo estoy tumbado con mi lengua fuera. La llevo hasta su glande y siento el roce de sus dedos al pajearse. Sus gemidos se intensifican y su rostro se transforma. “La quiero en mi boquita”... digo yo. El momento se alarga. Gemidos más fuertes y los ojos se le giran. El clímax llega. Primer disparo, en mi cara. Envuelvo su polla con mis labios. Segundo disparo, en mi garganta. Me lo trago sin apenas saborear. Ella chilla como una perra. Tercer disparo, en mi boca. Aquí ya puedo deleitarme con su leche bien calentita. Consistencia normal. Ni demasiado líquida, ni demasiado espesa. Su sabor, muy dulce. Del semen que he probado, el de Byanca es de lo mejor. Vienen nuevos espasmos con más leche que recojo y trago sin pestañear. Mi polla está a cien. Byanca me había dicho que me regalaría una segunda lluvia dorada pero me ve tan excitado que decide cambiar de planes. “Venga putita. Córrete con mi polla en la boca”... me suelta. Tras su corrida, su pollón había perdido algo de firmeza. Pero yo lo mantenía en mi boca, apurando hasta la última gota de leche. De repente, su polla vuelve a crecer. Noto como adquiere volumen dentro de mi boca. En segundos, vuelve a tenerla dura. Se sienta sobre mi cara dándome la espalda, sin sacar su polla. Yo me masturbo y ella vuelve a follarme la garganta. Siento que me voy a correr pero no puedo decir nada. Exploto con la visión de su culazo y la sensación de ahogamiento. Y todavía hay más. Cuando saca su polla de mi boca, veo que recoge la leche esparcida en mi pecho con sus manos. “Abre la boca putita, te tragarás tu propia leche”... escucho. Aunque me he corrido, el morbo de la situación me pone muchísimo. Byanca introduce sus dedos en mi boca y me obliga a chuparlos. El sabor de mi leche se entremezcla con el regusto de la suya, que aún andaba por ahí. Final de lo más cerdete que, por supuesto, me encanta.
(continuación)
Aquí es cuando aparece la Byanca dulce. Me limpia con papel de cocina diciéndome que me relaje. Que siga tumbado sobre la cama. Y así lo hago. Puedo beberme mi agua tranquilamente, ahora sí. Conversamos un buen rato. De muchas cosas. Byanca es una persona sincera. Además, tiene los pies en la tierra. Ducha final. Pago el servicio de una hora y Byanca me acompaña hasta la puerta. Bromea diciéndome que no hará cosas raras, como obligarme a comer polla antes de irme. Aunque sé que si le sigo la coña, vuelvo a tragar polla fijo. Beso en los labios y su hostia de despedida.
Conclusiones: Byanca es una profesional enorme. Viciosa. Cuando hablé con ella por teléfono, me preguntó solo por lo que no me gustaba. Se lo dije y entonces me pidió que confiara en ella. Que la dejara hacer lo que quisiera. Y así fue. Es creativa e imaginativa. Le gusta que no sepas lo que va a hacer contigo. Como sumiso, esa sensación es tremendamente excitante. Es un plus de morbo en la sesión. Sexualmente, Byanca es dominante. Mucho. Le gusta mandar y le pone llevarte al límite. Disfruta viéndote en apuros cuando te folla la boca sin piedad. Y se pone más cachonda cuanto más fuerte te folla el culo. A mí me ha encantado, aunque me voy con la impresión de no haber estado a la altura. Por momentos, no he aguantado sus terribles folladas de boca. Y tampoco he dejado que me enculara a su aire, viéndome obligado a pedir que suavizara sus movimientos.
Added on April 27, 2016 at 12:00 am